jueves, 27 de septiembre de 2012

La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo.


Reseña crítica de la obra de Richard Senet: La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona-España, Anagrama, 2000

La pregunta fundamental que estructura la obra de Richard Senet La corrosión del carácter, gira en torno a cómo las transformaciones ocurridas en el capitalismo, a partir de la década del 70, impactan (negativamente) en el individuo, corroyendo su carácter es decir, su yo. El autor analiza así de que manera el inicio de una nueva etapa en el capitalismo, que denomina flexible, dificulta a los individuos la construcción del carácter a partir del trastocamiento de aspectos tales como la rutina, los hábitos, la concepción del tiempo y la capacidad para relacionarse con el otro y establecer lazos duraderos. Para esto, Senet se basa en el análisis de ciertos casos, que utiliza para ilustrar su argumentación, aunque no hace lo que estrictamente puede considerarse un trabajo de campo (etnografía o entrevistas en profundidad). La corrosión del carácter se estructura en 8 capítulos, cuyo contenido será brevemente expuesto a continuación. Luego se presentarán las apreciaciones críticas de la obra.
El primer capítulo está dedicado al análisis de la modificación en la concepción de tiempo, de una generación a otra, como expresión de la aparición de una nueva etapa del capitalismo que el autor denomina capitalismo flexible y capitalismo a corto plazo. El autor da cuenta así de cómo mientras una generación vivía en el “largo plazo” y en la estabilidad del trabajo, en las rutinas y en las relaciones sociales; la siguiente generación está obligada a vivir en la inmediatez y el corto plazo. Esto implica, para Senet, ausencia de compromiso, confianza y sacrificio pero además la imposibilidad de generar lazos durables con los otros, que garanticen seguridad para la constitución del yo. De este modo, se produce una disociación entre voluntad y comportamiento así como entre carácter y experiencia, que atentan contra la posibilidad de construcción de la identidad.
El capítulo II aborda la transformación del carácter (su corrosión) a partir de lo que ocurre con la rutina. Para esto, Senet compara y contrapone las perspectivas de Smith y Diderot sobre la rutina. El autor encuentra así que en un caso, la rutina es vista en su aspecto degradante y embrutecedor para el individuo (Smith) y, en el otro (Diderot), es considerada en su capacidad de componer la narrativa cotidiana de una vida es decir, de darle un sentido al quitar incertidumbre. Senet sostiene que en el capitalismo flexible la rutina se ve disminuida (e incluso en ciertos sectores de la economía desaparece) y con ello la posibilidad de conformar una identidad basada en el compromiso y la confianza. El autor cuestiona así el planteo de que con la pérdida de la rutina y su efecto degradante, como consecuencia de la flexibilidad, los individuos ganan mayor autonomía ya que sostiene que también se pierde el otro aspecto de la rutina: el compromiso y la confianza en el futuro.
Los capítulos III y IV de la obra, se centran en analizar los cambios en las estructuras formales de las instituciones, en lo que hace a la organización del trabajo y la distribución del poder dentro de las mismas. Senet observa así que, en el capitalismo flexible, la tradicional estructura piramidal y jerárquica da lugar a estructuras en forma de redes donde el poder se concentra pero no reside en un único centro. Además, las organizaciones deben adaptarse al cambio permanente, por ejemplo a través de horarios flexibles, ya que la producción debe responder ahora a la inestabilidad de la demanda y del consumo. Todo esto, analiza Senet, se traduce en la necesidad de contar con un carácter capaz de desarrollarse en un orden social signado por la inestabilidad y el cambio constantes, donde las certezas son escasas. Sin embargo, el autor afirma que todos estos cambios no se tradujeron (como se esperaba) en un aumento de la productividad1. En este contexto, el autor afirma que sólo unos pocos individuos “se sienten cómodos en el nuevo capitalismo” (p. 65) y son los multimillonarios de Davos. En cambio, para quienes no logran adaptarse al nuevo capitalismo (que son la mayor parte de los trabajadores), se observa un conocimiento superficial del proceso productivo y por tal motivo “el trabajo no les resulta legible, en el sentido de que ya no comprenden lo que están haciendo” (p. 71).
El siguiente capítulo trata acerca de cómo el riesgo, en el capitalismo flexible, deja de ser patrimonio exclusivo de los capitalistas y de los inversores para extenderse al resto de la sociedad. En tal sentido, Senet sostiene que las condiciones impuestas por la nueva etapa del capitalismo hacen que los trabajadores deban asumir el riesgo como un aspecto cotidiano de sus trayectorias laborales. Ya no existen garantías de permanecer por tiempo indefinido en un mismo puesto de trabajo y en una misma empresa. Por el contrario, Senet plantea que lo que impera en el capitalismo flexible es la incertidumbre sobre el futuro y el cambio permanente; donde además, la experiencia y la madurez dejan de ser un valor en detrimento de la juventud y la flexibilidad.
El capítulo VI se denomina “La ética del trabajo” y aquí el autor da cuenta del surgimiento de un nuevo ethos asociado con el capitalismo flexible. Senet describe así el pasaje de una ética (planteada por Weber) basada en la demostración individual del valor moral del trabajo y el ascetismo, a una ética que, en oposición a la anterior, está centrada en el trabajo en equipo. No obstante, esta nueva ética presenta, en el enfoque del autor, diversas “ficciones” relacionadas con la mayor participación (que oculta la superficialidad del trabajo que se realiza), la competencia (disfrazada de “cooperación”) y el “guía o coordinador” (encubriendo la figura del “jefe” y las relaciones de dominación).
El capítulo VII aborda la cuestión del fracaso, entendiéndolo como un elemento que (dentro del capitalismo flexible) se extiende desde las clases trabajadoras a las clases medias. En la nueva etapa del capitalismo ya no es posible estructurar y planear una vida a partir del desarrollo profesional como sí ocurría en épocas anteriores. Para dar cuenta de esta situación, Senet recurre a lo ocurrido con programadores que fueron despedidos de la empresa IBM, como consecuencia de un proceso de reducción de personal y de reestructuración de la compañía. A partir de esta experiencia concreta, el autor observa cómo en el capitalismo flexible el yo debe construirse a partir de narrativas que no remiten a la tradición pero que, a la vez, tampoco pueden proyectarse a largo plazo. Los individuos se ven obligados a construir su identidad a partir de experiencias fragmentadas y cambiantes signadas por el riesgo y la incertidumbre.
El último capítulo presenta en cierto modo (ya que no está explícito) las conclusiones del trabajo. Senet plantea aquí el cambio que el capitalismo flexible impone en el sentido del “nosotros” es decir, la identidad colectiva. El autor analiza así de qué manera las condiciones laborales impuestas por el nuevo capitalismo (trabajo en equipo y superficial, horario flexible, inestabilidad, etc.) provocan una debilidad en la conformación de identidades colectivas para los trabajadores. Ocurre que el “nosotros” se genera por oposición no a capitalistas, sino a otros grupos de trabajadores inmigrantes que son vistos como amenaza a sus puestos de trabajo por la competencia que representan. Por otra parte, Senet da cuenta de cómo pese a que las instituciones del capitalismo flexible tienen mayor grado de autonomía, esto no se traduce a los individuos. Por el contrario, se traduce en vulnerabilidad, lo que implica que el vínculo social se vea debilitado y con ello la posibilidad de constituir identidades (sea individuales o colectivas) ancladas en la confianza, la estabilidad y la seguridad.
Las conclusiones que se pueden deducir de La corrosión del carácter están vinculadas con el planteo de que en el capitalismo flexible se rompe el tejido social y no se rearticula o bien, se reconfigura en la debilidad, la inestabilidad y la vulnerabilidad. Esto implica que los soportes colectivos y las instituciones que, en la etapa anterior, daban sentido y enraizaban la vida cotidiana en un horizonte de previsibilidad, certeza y seguridad. La nueva etapa capitalista impone así el corto plazo y el riesgo como moneda corriente, lo que junto con la pérdida de anclajes institucionales obligan a los individuos a una mayor exigencia para construir su yo es decir, su identidad. Esto se refleja, según lo que se muestra a lo largo del libro, en la modificación de las rutinas (que ya no orientan la cotidianeidad), la concepción del tiempo (el corto plazo), los talentos o capacidades (exigencia de descubrir capacidades potenciales antes que reales) y en la imposibilidad de establecer vínculos duraderos con los otros. Por consiguiente, de acuerdo al autor, los individuos pierden el control sobre la propia vida y se convierten en sujetos pasivos de lo que les sucede, perdiendo capacidad de darle sentido a su vida cotidiana y a sus experiencias (hecho que se refleja por ejemplo en el conocimiento superficial del trabajo que se realiza). Es así cómo Senet intenta mostrar la corrosión del carácter como expresión subjetiva de un cambio operado a nivel estructural en el funcionamiento del capitalismo.
La corrosión del carácter es una obra donde el peso del análisis parecería estar puesto en las condiciones estructurales u objetivas antes que en el sujeto. En tal sentido, la propuesta de Senet deja poco espacio o margen de maniobra a la capacidad de acción o agencia de los actores sociales, si bien queda claro que la experiencia no es mecánica ni es un mero reflejo de los procesos que ocurren a nivel macrosocial. Una de las críticas que podría formularse al trabajo, es su falta de rigurosidad científica a la hora de construir los datos que utiliza el autor para realizar su análisis. Como se señaló en la introducción de esta reseña, La corrosión del caracter adolece de un trabajo de campo serio o, al menos, no está claro de donde salen las diversas fuentes utilizadas por Senet a lo largo del libro: Enrico y su hijo (las dos generaciones de trabajadores), la panadería, la empresa IBM, el Trout Bar, etc. No obstante, aquí podría argumentarse (a favor de Senet) que el propósito del libro es más bien ensayístico antes que científico y que, como tal, puede permitirse esas licencias en la recolección de datos empíricos. El principal aporte de la obra es sin duda el planteo de que todo cambio estructural o general (capitalismo flexible en este caso) no puede no tener efectos visibles y concretos en los individuos. Por el contrario, dicho cambio se refleja o se manifiesta sobre los agentes, en lo que hace a sus hábitos, rutinas y demás aspectos cotidianos que, podrían parecer insignificantes o poco relevantes.

1 Esta afirmación es por lo menos discutible. En primer lugar, por el propio concepto de productividad y su medición a lo largo del tiempo ya que implica partir del supuesto de que tanto las mercancías que produce el trabajo como el trabajo mismo mantienen constancia cualitativa (Iñigo Carrera, 2008). En segundo lugar, la productividad atraviesa fases de expansión y contracción de acuerdo a los ciclos del capital y, en particular durante la etapa que analiza Senet, muestra la tendencia inversa a la que sostiene el autor (Iñigo Carrera, 2008).

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