Reseña
crítica de la obra de Norbert Elías (1991): Mozart.
Sociología de un genio. Barcelona-España,
Editorial Península, 1998
La
pregunta o el eje central de la obra de Elías,
Mozart.
Sociología de un genio, gira
en torno a cuáles fueron las relaciones sociales que dieron lugar a
las características individuales portadas en la persona y la obra de
Mozart. De este modo, los argumentos de Elías apuntan a sostener la
tesis de que cualquier individualidad o subjetividad, por mas
“genial” o “virtuoso” que pueda ser en un determinado arte
como por ejemplo la música en el caso de Mozart, no implica un
esencialismo o algo que pueda desarrollarse y ser lo que es, al
margen o separado de la configuración social. El libro Mozart.
Sociología de un genio no
es por tanto una mera descripción biográfica de la vida y obra del
músico, sino que esto sirve de excusa al autor para interpretar, en
términos sociológicos, y dar sentido al recorrido individual de la
vida de una persona como Mozart. Elías critica así, ciertas miradas
sobre Mozart que escinden, en forma artificial y arbitraria, la
figura del “genio” de la “persona” y sostiene que, por el
contrario, ambas forman una unidad en la que una no puede entenderse
sin la otra. En tal sentido se desarrolla el análisis del autor a lo
largo del libro. Cabe aclarar, que Elías no pudo editar ni mucho
menos publicar en vida el libro, razón que podría explicar (entre
otras cosas) el estilo ensayístico que presenta el mismo, la
ausencia de una conclusión y la sensación que se tiene (cuando se
termina de leerlo) de que es más bien un borrador.
El
autor comienza la obra con el planteo de un conflicto y una
divergencia que atraviesa la vida de Mozart: una obra musical llena
de sentido para la sociedad y una existencia individual sin sentido
para su creador. Esta falta de sentido, propia de la vida de Mozart,
implicó una permanente búsqueda de afecto, tanto físico como
emocional, que se vio reflejada no sólo en su creación artística
(caracterizada como “llena de sentimiento”) sino también que se
tradujo en la búsqueda de reconocimiento a través de la música.
Ahora bien, los conflictos que afectaron a Mozart fueron producto de
la relaciones intrafamiliares y, en particular, con su padre. Elías
muestra cómo desde muy pequeño, el padre de Mozart (músico
también) le enseñó las artes musicales y lo llevó de corte en
corte buscando, a través del hijo, ascender socialmente y
convertirse en un cortesano. Mozart adquiere así de muy niño, una
necesidad de reconocimiento permanente y está expuesto y sometido a
una constante evaluación y exigencia por parte de su padre.
Otro
de los conflictos que atraviesa la vida y la obra de Mozart, es la
disputa entre la nobleza y la burguesía (en ascenso) en las
sociedades europeas, durante la segunda mitad del siglo XVIII. En
este contexto, la vida de Mozart transcurrió en una oscilación
cotidiana entre los círculos cortesanos y los círculos de lo que
(hoy denominaríamos) pequeñoburgueses. Como artista “artesanal”,
Mozart producía su música para un público cortesano al que no
pertenecía (por extracción social) pero al que frecuentaba
regularmente es decir, que tenía una proximidad física con la
nobleza pese a su distancia social (dada por su condición no
cortesana). Elías argumenta que surge aquí una ambivalencia en
Mozart, como consecuencia del trato recibido por los cortesanos
quienes, pese a reconocer la genialidad de su obra, lo trataban como
a un subalterno. De este modo, aparece una “identificación con la
nobleza cortesana y su estética” y un “resentimiento por las
afrentas recibidas” (p. 30) que nunca, en lo que narra Elías,
excedió los límites del enfrentamiento personal. Lo que encuentra
el autor en esta cierta rebeldía de Mozart hacia los nobles, es una
proyección del enfrentamiento del músico con su padre, quien
siempre se ajustó al orden cortesano e intentó (sin éxito) formar
parte de él.
El
recorrido de Mozart.
Sociología de un genio,
continúa con la explicación de un hecho más que va a marcar la
producción artística de Mozart: la transición de una producción
“artesanal” a una “libre”. En la época de Mozart, no existe
aún un público consumidor de música fuera del ámbito de las
cortes. Por tal motivo, la producción artística para cualquier
músico burgués de la época (como era el caso de Mozart) debía
ajustarse al gusto y a los parámetros de la corte. No obstante,
Elías plantea que Mozart tuvo la particularidad de convertirse en un
artista “libre” que, como tal, podía componer y crear con
independencia de la corte en la cual ejecutaba luego su música, en
un momento histórico en el que esta situación era poco frecuente
por lo dicho más arriba: no existía un mercado o público fuera del
ámbito cortesano o noble. Ahora bien, Elías explica que si Mozart
deja de ser un artista “artesanal” para convertirse en un artista
“libre” no se debe a una abstracta elección o preferencia que
brotara de una libre y pensada decisión por parte del músico. El
autor sostiene que lo que lleva a Mozart a ser un artista “libre”
y a producir su arte con relativa independencia de las cortes es su
ya mencionado conflicto con los nobles, con los cuales mantuvo una
posición ambigua: “quería ser apreciado por ellos y quería ser
tratado como una persona con el mismo valor gracias a su capacidad
musical” (p. 45). Sin embargo, Mozart no contaba con un mercado
editorial que le garantizara consumidores anónimos para su
producción musical y, por tal razón, debió transitar de corte en
corte ofreciendo su arte.
En
otro apartado del libro, titulado El
artista en el ser humano,
Elías pone en cuestión las visiones de los biógrafos de Mozart
quienes, en sus relatos, separan al “artista” de la “persona”.
En estas visiones biográficas, el arte de Mozart es presentado como
algo revestido de una sobrenaturalidad y genialidad incapaz de surgir
de una persona cuya conducta y forma de relacionarse con el otro era
no sólo de lo más corriente sino incluso vulgar y ordinaria. Elías
expone aquí el problema de la sublimación, que es el proceso
creativo del arte donde se logra que los aspectos ligados a la
subjetividad y experiencia personal de un individuo se
“desprivaticen” es decir, se objetiven convirtiéndose en algo
con significado y sentido para los otros. Este producto artístico
adquiere así una existencia independiente de su creador y lo
trasciende (tal es el caso de Mozart cuyas obras son escuchadas hoy
en día). Elías es claro en este punto al plantear que esta
capacidad creadora, portada por ejemplo en Mozart, no puede estar
portada en las condiciones genéticas o innatas de los seres humanos.
Por el contrario, es puramente artificial y como tal sólo puede
emerger de las relaciones sociales que conforman al individuo y lo
hacen ser lo que es. Ahora bien, que tal capacidad creadora como la
de Mozart esté portada en una persona cuyas conductas remiten a una
cierta animalidad y vulgaridad responde, en el análisis del autor, a
la contradicción “siempre renovada y todavía no superada del
estadio de evolución actual entre el hombre civilizado y su carácter
animal (…) Se trata de un problema no superado de la civilización.”
(p. 62). De este modo, el autor es claro al sostener que la música
(al igual que cualquier otra creación artística) es producto de una
conciencia individual la cual, a su vez, “es específicamente
social” (p. 74). La pregunta que cabe aquí hacerle al análisis
expuesto por Elías es sobre cuáles son las determinaciones
históricas que están en juego para que la conciencia pueda crear
arte. En este sentido, ¿cómo debe verse a sí mismo el individuo
para que de su conciencia puedan surgir los denominados “procesos
sublimatorios”?
El
siguiente tramo del libro aborda la cuestión está dedicado a
indagar en las relaciones intrafamiliares en las que se desarrolló
Mozart desde la temprana infancia. Elías muestra así como desde muy
pequeño Mozart es instruido, de forma rígida y estricta, por su
padre en la música (aprende a tocar el piano a los 3 años) para
lograr, a través del hijo, acceder a la nobleza cortesana. La
relación que el padre de Mozart establece con su hijo, estuvo así
enmarcada por la transmisión de sus propias frustraciones como
músico: nunca pudo, por mérito propio, formar parte de los círculos
cortesanos. El análisis expuesto en la obra, da cuenta de cómo la
empresa del padre de Mozart era de difícil realización debido al
papel que la música jugaba en la corte. En principio, convertirse en
músico de una corte implicaba superar una fuerte competencia. En
segundo lugar, la música debía ajustarse al gusto de los cortesanos
y esto dejaba un exiguo margen para la expresión personal y el
sentimiento individual. Elías postula que la obra de Mozart se
ajusta al parámetro estético del gusto cortesano y su “genialidad”
es apreciada y reconocida pero su manera de relacionarse con los
cortesanos huye de las formas y los modales establecidos dentro de
esos ámbitos. La personalidad y el modo de comportarse de Mozart no
se correspondían entonces con los propios de los círculos
cortesanos. Elías analiza el tipo de bromas y el lenguaje vulgar
empleado por Mozart en sus cartas para dar cuenta de esta situación,
donde aparece un Mozart que no se afirma en los modales y las formas
cortesanas.
El
esfuerzo de Elías por dar una explicación de una personalidad como
Mozart que supere las aparentes escisiones entre “individuo” y
“sociedad” es destacable. En este sentido, ninguna vida
individual por más destacada, particular y única que pueda ser en
un arte, disciplina o al frente de un determinado proceso histórico
o político puede ser pensada al margen de las relaciones sociales
que le dan origen y forman parte de su recorrido temporal. Elías
retoma así la vieja cuestión de si la conciencia determina el ser o
bien, tal como parece sostener el autor, el ser social determina la
conciencia1.
De esta manera, Mozart no es presentado entonces por el autor, como
un “genio” que se desarrolló en un determinado contexto que
operó sobre él de modo accesorio, anecdótico y circunstancial. El
análisis de Elías permite observar que una subjetividad como la de
Mozart es el resultado de todas las contradicciones inmersas en el
entramado de relaciones sociales de la época, tanto en un nivel
macro o estructural (conflicto entre burgueses y cortesanos o el
pasaje de la “música artesanal” a la “artística”) como en
un nivel individual o microsocial (búsqueda de afecto y
reconocimiento2,
relación con su padre y con los cortesanos). No podemos pensar por
tanto a los individuos (por mas única e influyente que parezca su
obra artística o su personalidad) como átomos cuya existencia se
explica al margen de la sociedad. Este es el gran aporte que deja
Mozart.
Sociología de un genio.
1
“No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por
el contrario, es su ser social el que determina su conciencia”.
Marx, K.(1859): Contribución a la crítica de la Economía
Política, Ediciones Estudio, Argentina, 1975, p. 9
2
una observación que puede hacerse aquí al autor es que casi no
menciona a la madre de Mozart. Esta situación (una madre ausente)
podría explicar la “falta de afecto” y la constante búsqueda
de reconocimiento por parte del músico. Sin embargo, este elemento
no está presente en el análisis de Elías.
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