sábado, 16 de junio de 2007

Desempleo y pobreza en Argentina


Trabajo práctico, hecho en 2006, para la materia "Taller de lectura y discusión de textos"

¿Cuál es la relación que existe hoy en Argentina, entre desempleo y pobreza? ¿Aquellos obreros/as que no padecen el primer flagelo (por estar empleados) están eximidos del segundo?
De acuerdo a la información periodística analizada se observa, en primer lugar, que en un contexto de fuerte crecimiento económico (iniciado en 2002) el desempleo actualmente (agosto de 2006) se ubica en una tasa del 10,4% (sin considerar como desocupados a los beneficiarios de los planes sociales) ó del 12,8% (si se incorpora a estos en la medición). Cualquiera de estos dos índices representa una considerable disminución de la desocupación si se los compara con los niveles alcanzados en 2003, donde se registró una tasa de desempleo de 17,8% (sin planes) y de 23% (con planes). Esta disminución adquiere mayor relevancia, si se tiene en cuenta que los actuales índices de desempleo por un lado, representan casi la mitad de la desocupación registrada durante el peor momento de la crisis de 2001 y por otro, son más bajos que la tasa de desocupación contabilizada (en el promedio) de la década del noventa.
En segundo lugar (y a pesar de la baja en la tasa de desempleo) el porcentaje de población que está por debajo de la línea de pobreza, si bien es menor ahora que en el peor momento de la crisis, sigue siendo mas alto en relación al nivel alcanzado durante los noventa. De este modo, hoy nos encontramos con que dicho porcentaje es del 33%, afectando a casi 13 millones de personas, mientras que en la década pasada fue (en promedio) del 24%. Para los partidos del Gran Buenos Aires en particular, se presenta la situación de que existe un índice de pobreza que lleva once años sin bajar del 30% y que se sitúa actualmente en el 37%. Por otra parte, esta población considerada pobre (por integrar un hogar cuyo ingreso total no llega a los 859 pesos mensuales) está compuesta en un 80% por hogares en los que el principal ingreso proviene de un obrero/a que vende regularmente su fuerza de trabajo es decir, ocupado. Este último dato derribaría ciertas concepciones, arraigadas en el sentido común, de señalar como “pobres” a quienes no trabajan o intentan sobrevivir mediante la asistencia social del estado. La explicación de esta situación de “empleo con pobreza” entonces, reside en el hecho de que estos obreros/as trabajan en el sector informal de la economía, donde se perciben salarios de mucho menor monto que en el sector formal.
En tercer lugar se produjo, junto con la disminución en el índice de desocupación, un incremento en el nivel de actividad o sea, de gente en búsqueda de empleo. Esto se explicaría menos por el argumento oficial de que hay “una mayor expectativa de conseguir trabajo” por parte de los desocupados, que por la necesidad proveniente de los hogares por debajo de la línea de la pobreza por mejorar sus ingresos. En este sentido el aumento en el nivel de actividad estaría reflejando la necesidad de las personas pobres por conseguir un empleo que ayude en el sostenimiento del hogar, ya que con un único salario no es suficiente.
Por último, resulta claro que la fuerte recuperación económica y el correspondiente crecimiento sostenido del PIB no produjo aún o, en todo caso está produciendo a cuenta gotas el ansiado “efecto derrame”, de los frutos del producto del trabajo social, para aquellos obreros que aún permanecen bajo la línea de pobreza principalmente y también para el resto. En este sentido, se puede sostener que en Argentina hoy estar ocupado o conseguir un empleo, es una condición necesaria para no ser pobre pero no suficiente. Revertir este cuadro supondría aplicar políticas específicas, entre las cuales se incluiría la capacitación, para que miles de personas puedan salir de la denominada situación de “exclusión” en la que hoy se encuentran.

B)
Las mediciones sobre el índice de desocupación, para el total de aglomerados urbanos del país, marcan que en octubre del 2001 este dato fue del 18,3 por ciento y trepando al penoso record del 21,5 por ciento en mayo del siguiente año. Por otra parte, el promedio en la tasa de desocupación en Argentina desde mayo de 1990 a octubre de 2000 (para el total de aglomerados urbanos) se ubica en torno al 12,3 por ciento donde el mínimo registrado fue en octubre de 1991 (6,0 por ciento) y el máximo en mayo de 1995 (18,4 por ciento). El índice de desocupación llevaba más de doce años sin llegar a los diez puntos porcentuales, desde mayo de 1994 (cuando se registró un 10,7 por ciento), que marcó en la última medición. Cabe aclarar que si no consideramos como ocupados a las personas que están incluidas dentro de los planes sociales, el índice de desempleo (como se señaló mas arriba) es del 12,8 por ciento, cifra que tampoco se registraba desde hace 12 años es decir, desde octubre de 1994.
El porcentaje de personas que están por debajo de la línea de pobreza en Argentina, se ubicó en octubre de 2002 en 54,3 mientras que el promedio para toda la década del noventa (desde octubre de 1990 a octubre de 2000) arroja un resultado del 24,16 por ciento. La última medición disponible indica que este porcentaje en la actualidad es del 33,8 por ciento, marca que no se alcanzaba desde octubre de 1990 cuando se registró un 33,7 por ciento de personas por debajo de la línea de la pobreza.
La tasa del nivel de actividad de la economía argentina, de acuerdo al último dato disponible, se ubica (para el segundo semestre de 2005) en el nivel más alto de la serie histórica. Esto no quiere decir mas que si se miran los índices del nivel de actividad desde 1974 al 2005, se puede observar que la última medición (46,1 por ciento) es la mas alta de toda la serie.
El desempleo es actualmente un flagelo para la clase obrera argentina y esto se deriva de entender que la actual tasa de desocupación es elevada (afecta a más de un millón y medio de personas) si se la compara con los niveles de desempleo que históricamente tuvo el país. Si bien la desocupación disminuyó sensiblemente en los últimos tres años apenas si se alcanzó todavía el nivel de 1994 que ya era alto, en relación a los niveles anteriores a finales de los ochenta y durante la década del noventa. La información periodística analizada presenta la limitación de que explica la evolución reciente de la desocupación y de la pobreza en términos de variables y tasas sin detenerse a explicar o a analizar los fenómenos. Omite dos elementos centrales a la hora de entender la raíz de la desocupación y de la pobreza: el funcionamiento del modo de producción capitalista (con la consiguiente especificidad que adopta la acumulación de capital en Argentina) y la perspectiva histórica, para comprender las diversas fases del primero. En este sentido, debemos entender que el hecho de que el trabajo o la fuerza de trabajo se venda como una mercancía no es algo que esté en la naturaleza sino que emerge de las condiciones históricas concretas impuestas por el modo de producción capitalista. Por esto, no deben ser naturalizadas cuestiones tales como “desempleo” o “pobreza” ya que las mismas brotan de las condiciones en que se organiza la producción social en un momento determinado. Brevemente señalaremos aquí que el modo de producción capitalista genera constantemente población obrera sobrante para las necesidades medias de valorización del capital .
Otra limitación que encuentra la información periodística está dada por las recomendaciones de políticas para combatir el desempleo. Si bien los artículos no hacen demasiado hincapié en este último aspecto, en uno de ellos se sugiere al final la aplicación de “políticas específicas de capacitación” para los trabajadores. Pensar en la instrumentación de una política de este tipo supone pensar en que el desempleo se explica solo por la oferta de trabajo o de fuerza de trabajo sin considerar la demanda o, dicho de otro modo, que la causa de la desocupación debe buscarse en los propios trabajadores por no estar “suficientemente capacitados”. Tal supuesto no resiste el menor análisis si tenemos en cuenta el planteo de Keynes en relación a la determinación de la ocupación. Este autor sostiene que el nivel de empleo de una economía depende del nivel de inversión que haya en la misma por lo que, en esta línea de análisis, revertir los actuales índices de desempleo y pobreza requiere la aplicación de políticas más activas y globales(o universales) por parte del estado, antes que “específicas”.

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